
1
Sobre la noche
bebo estrellas
y brindo
Dando círculos
danzo
Sola bailo
con mis fantasmas
y conmigo
Con el canto de los grillos
con la suerte
por la vida
y por la muerte
giro
en vueltas interminables
hasta que mis pies
se rinden a la tierra
y a ella vuelvo.
El cielo
es una luna desnuda
esperando un mañana nuevo
donde el sol nos alumbre.
Así danzo
en la magia nocturna
de lo imposible
hasta convertirla
en una realidad
Amor la magia existe!!
o no sientes
los eternos acordes
que me llaman?
Sobre la gran serenata
de todas las cosas
San Miguel estara ocupado
tajeàndome el pelo con su espada
para cortar la desesperaciòn.
picamiel
dic 2009
2
Muchas millas sobre el campo y el mar
Hasta que mi amor pudo retornar,
De sus palabras no tengo recuerdos,
Sólo el de los árboles y el gemido del viento.
Y arribó listo para tomar sin daño
La cruz que he cargado por años,
Pero las palabras llegaron lentas
De aquellos fríos y mudos labios.
¿Cómo sonaban mis palabras lentas y plenas,
En aquel gran corazón que me amó en la pena,
Venido a salvarme del odio y el dolor
Y a confortarme con su delicado amor?
Sentí al viento golpeando frío, gélido,
Y a la bruma roja acariciar la puerta;
Sentí que el hechizo que sostenía mi aliento
Se quebraba, viviendo siempre muerta.
Elizabeth Eleanor Siddal (1829-1862)
bebo estrellas
y brindo
Dando círculos
danzo
Sola bailo
con mis fantasmas
y conmigo
Con el canto de los grillos
con la suerte
por la vida
y por la muerte
giro
en vueltas interminables
hasta que mis pies
se rinden a la tierra
y a ella vuelvo.
El cielo
es una luna desnuda
esperando un mañana nuevo
donde el sol nos alumbre.
Así danzo
en la magia nocturna
de lo imposible
hasta convertirla
en una realidad
Amor la magia existe!!
o no sientes
los eternos acordes
que me llaman?
Sobre la gran serenata
de todas las cosas
San Miguel estara ocupado
tajeàndome el pelo con su espada
para cortar la desesperaciòn.
picamiel
dic 2009
2
Muchas millas sobre el campo y el mar
Hasta que mi amor pudo retornar,
De sus palabras no tengo recuerdos,
Sólo el de los árboles y el gemido del viento.
Y arribó listo para tomar sin daño
La cruz que he cargado por años,
Pero las palabras llegaron lentas
De aquellos fríos y mudos labios.
¿Cómo sonaban mis palabras lentas y plenas,
En aquel gran corazón que me amó en la pena,
Venido a salvarme del odio y el dolor
Y a confortarme con su delicado amor?
Sentí al viento golpeando frío, gélido,
Y a la bruma roja acariciar la puerta;
Sentí que el hechizo que sostenía mi aliento
Se quebraba, viviendo siempre muerta.
Elizabeth Eleanor Siddal (1829-1862)
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