Sentado en esta habitación,
puedo contemplar las ruinas de otros mundos
o de otras épocas
o de otras vidas,
no sé bien.
Pero los ojos se me llenan de ídolos
que hace tiempo callaron
ensimismados en su pétrea muerte,
y de construcciones rotas hasta las raíces
con su sonrisa horrenda y despiadada.
Sentado aquí,
con la larva de una mariposa de humo
entre los labios,
puedo ver la extraña media luz
de calles vacías
cuyos adoquines aún rezuman
la sangre de un millón de crímenes
con su violenta multitud de espectros.
Sé que en esta habitación
la ventana y la puerta tienen sólo un lado.
Sé que entre las ruinas que contemplo
no hay un solo sitio que conozca
-aunque intuyo que tarde o temprano
todo lo que acaba llega aquí-.
Sé que, cuando al fin duerma,
mis sueños no hallarán
el sitio en que maté a mis perseguidores
y ya nada me dirá quién soy
y al despertar encenderé,
tal vez,
otro cigarro.
CRISTIÁN El Gato
que hace tiempo callaron
ensimismados en su pétrea muerte,
y de construcciones rotas hasta las raíces
con su sonrisa horrenda y despiadada.
Sentado aquí,
con la larva de una mariposa de humo
entre los labios,
puedo ver la extraña media luz
de calles vacías
cuyos adoquines aún rezuman
la sangre de un millón de crímenes
con su violenta multitud de espectros.
Sé que en esta habitación
la ventana y la puerta tienen sólo un lado.
Sé que entre las ruinas que contemplo
no hay un solo sitio que conozca
-aunque intuyo que tarde o temprano
todo lo que acaba llega aquí-.
Sé que, cuando al fin duerma,
mis sueños no hallarán
el sitio en que maté a mis perseguidores
y ya nada me dirá quién soy
y al despertar encenderé,
tal vez,
otro cigarro.
CRISTIÁN El Gato
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